06 Abr RESIDUOS GENERADOS EN LAS ACTIVIDADES AGRARIAS, ¿QUÉ HACER CON ELLOS?
Los residuos agrarios son aquellos que se generan en explotaciones agrícolas o ganaderas, así como en las unidades de transformación y comercialización hortofrutícolas.
El sector agrario destaca por la diversidad de residuos que produce: restos de cosechas y podas, plásticos voluminosos, residuos peligrosos como envases y productos fitosanitarios, residuos procedentes de deyecciones animales, maquinaria fuera de uso, metales y envases no ligeros entre otros. Esta gran variabilidad de residuos queda reflejada en la aplicación de diferentes normas para cada uno de ellos, lo que debe tenerse en cuenta a la hora de su gestión.
Normativa sobre residuos generados en las actividades agrarias
En la ley 22/2011, de 28 de julio, de residuos y suelos contaminados se incluyen muchos de los residuos generados, pero quedan excluidos otros como las deyecciones animales. Así mismo, la ley 22/2011 establece que la responsabilidad de una correcta gestión es de los productores de residuos y sus obligaciones se recogen en el artículo 17 de la citada ley. Esto supone un problema para éstos, al tener que aplicar una norma específica para cada uno de sus residuos generados.
Para solventar esta situación, el Plan Estatal Marco de Gestión de Residuos (PEMAR) 2016- 2022 incorpora por primera vez este tipo de residuos para “impulsar un análisis conjunto de este flujo, de su situación y de sus posibles orientaciones estratégicas.” En el PEMAR se destaca la importancia de la dispersión geográfica al generarse estos residuos en cualquier tipo de explotación agraria, provocando una difícil gestión asociada a la recogida y transporte, lo que da lugar a grandes problemas ambientales. Sin embargo, la problemática en zonas de agricultura y ganadería intensiva el problema está relacionado con la contaminación hídrica y la pérdida de suelo. Debido a la diversidad y complejidad, el Plan se centra en los residuos que se generan en mayor cantidad: los plásticos agrícolas, envases de productos fitosanitarios y no fitosanitarios, así como sus restos, y otros residuos como las maquinarias.
Tipos de residuos agrícolas
En nuestro país se generan al año, aproximadamente, unos 350 millones de toneladas de residuos agrarios, sin tener en cuenta las deyecciones animales, de las que unas 220 mil suponen plásticos. Los plásticos deben separarse y clasificarse en origen limpios de tierra y vegetación, donde serán recogidos para su posterior valorización dependiendo de sus características. Por otra parte, los residuos fitosanitarios y sus envases son considerados residuos peligrosos por lo que el productor debe acogerse a la normativa para este tipo de residuos, envasando y etiquetando correctamente, almacenándolos por un periodo inferior a 6 meses y entregándolos a un gestor autorizado para su posterior valorización o depósito en vertederos de seguridad. En el caso de envases vacíos, el sistema integrado de gestión SIGFITO se encarga de la gestión.
En relación a las actividades ganaderas, los residuos que se producen en mayor proporción son: las deyecciones y cadáveres de animales y los residuos zoosanitarios empleados para diferentes tratamientos del ganado en los servicios veterinarios o el uso de productos biológicos. Los subproductos animales no destinados al consumo humano (SANDACH) quedan regulados en el artículo 2 de la Ley 22/2011 cuando se destinan a la incineración, a los vertederos o son tratados en una planta de biogás o compostaje y en el Reglamento CE 1069/2009 para el resto de las operaciones.
Ante este panorama, surge la necesidad de desarrollar y aplicar distintas técnicas de valorización que supongan una mejora en la gestión de los residuos agrarios.
Las fracciones orgánicas de residuos rurales pueden destinarse a la valorización material mediante el compostaje, convirtiendo los residuos en materias primas para elaborar nutrientes que podrán aplicarse a zonas verdes. Aquellos residuos que no son compostables por su naturaleza, los restos de poda (en especial los que contienen alto contenido celulósico), plásticos voluminosos o la fracción líquida de las deyecciones animales, pueden ser valorizados energéticamente para obtener calor o energía eléctrica mediante procesos aeróbicos en reacciones de combustión.
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