USO DE AGUAS RESIDUALES REGENERADAS PARA EL RIEGO

Los problemas de escasez de agua, las pautas meteorológicas impredecibles, el deterioro de su calidad y el aumento de la presión sobre los recursos hídricos han convertido a la reutilización de las aguas depuradas en una prioridad en Europa para poder dar respuesta a las demandas del desarrollo urbano y de la agricultura. Se trata de una alternativa de suministro de agua que, además de satisfacer las crecientes necesidades, podría limitar la extracción de las masas superficiales y subterráneas de agua.

La reutilización de las aguas urbanas depuradas procedentes de estaciones depuradoras se ha convertido en una opción prometedora para el riego agrícola, el riego de parques, jardines y zonas verdes, usos industriales y recreativos y otros usos, siempre que cumpla con unos requisitos mínimos de calidad que garanticen un uso seguro. El Reglamento (UE) 2020/741 establece cuáles son estos requisitos mínimos de calidad necesarios para los diferentes usos.

El agua es un elemento vital para las plantas, y en climas como el nuestro, es esencial hacer un uso sostenible de este escaso recurso para el riego. La distribución irregular de las lluvias, el cambio climático, el aumento de la demanda y los cada vez más frecuentes períodos de sequía hacen necesario explotar recursos hídricos diferentes y alternativos a los convencionales. Entre ellos destaca el agua residual de depuradora al estar disponible en muchos de los puntos de uso, en cantidades importantes y con una calidad aceptable y constante.

Regeneración de aguas

El agua resultante de la depuración se ha convertido en un recurso de incalculable valor en nuestro país para su uso en producción agrícola, parques y jardines públicos y zonas de ocio. Normalmente cumple con la calidad marcada por la legislación, pero requiere un tratamiento adicional para ser empleada para riego. A este tratamiento se le llama REGENERACIÓN y como consecuencia se obtiene agua regenerada. Se podría describir como un tratamiento que se lleva a cabo en dos fases: una primera de preparación del agua para la desinfección y otra de desinfección propiamente dicha.

El tratamiento previo inicial va dirigido a eliminar casi totalmente los sólidos en suspensión y también es efectivo para retirar algunos tóxicos. Entre las diferentes tecnologías empleadas en esta primera fase destacan la coagulación-floculación, los filtros de anillas, microfiltración, ultrafiltración, el empleo de lagunajes (Lagunas de Estabilización), procedimientos biológicos, infiltración-percolación, tecnologías de membrana…

En cuanto a los tratamientos de desinfección van dirigidos a eliminar los microorganismos patógenos con todas las dificultades que esto implica al tratarse de aguas residuales con alta carga de patógenos. Además del empleo de métodos físicos de desinfección como el uso de lámparas de Luz Ultravioleta Germicida, o equipos de ósmosis inversa lo más frecuente es recurrir a desinfectantes químicos como el peróxido de hidrógeno, el ácido peracético, los amonios cuaternarios y, por supuesto, el hipoclorito sódico, el dióxido de cloro y otros desinfectantes clorados. El empleo de estos últimos ha generado polémica debido a la capacidad de dar lugar a subproductos de desinfección con capacidad de causar daños a la salud humana y al medio ambiente. En los últimos años se están desarrollando nuevos métodos y técnicas de desinfección como la aplicación de ozono, que se ha mostrado muy eficaz y con muchas perspectivas de futuro.

Existen países como Israel que, por sus características climáticas específicas y la necesidad de optimizar el agua disponible para asegurar el abastecimiento y la producción de alimentos para la población, ya reutiliza hasta el 85 % de las aguas residuales que genera.

En mayo de 2020, el Parlamento Europeo aprobó nuevas reglas para la reutilización de las aguas residuales urbanas para hacer frente a la escasez de agua y al deterioro de su calidad. Se considera que la reutilización de las aguas residuales procedentes de estaciones depuradoras urbanas tiene menos impacto ambiental que otros métodos alternativos como los trasvases o la desalinización y la legislación europea trata de promover su uso que solo se practica de forma limitada en Europa.

La promoción del uso de las aguas regeneradas y de sus beneficios, debe ir acompañado por campañas de concienciación y sensibilización dirigidas al público en general y a los diferentes actores y profesionales intervinientes, desde los operadores de las estaciones hasta los usuarios finales con el objetivo que se haga un uso óptimo y seguro de la misma. Estas campañas deben presentar el uso del agua regenerada como una alternativa factible, destacar sus principales ventajas e ir dirigida a promover su uso con las máximas garantías de seguridad, tanto para la salud de los usuarios como para el medio ambiente.

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