RESTAURACIONES AMBIENTALES DE ESPACIOS MINEROS DEGRADADOS

¿Qué ocurre cuando el mineral pierde su valor y no es rentable seguir explotando el recurso? ¿Quién se hace cargo de la degradación ambiental que sufre un espacio afectado por una explotación minera? ¿Por qué se dilatan tanto los trámites para la apertura de la mina? ¿Cuándo se hace la restauración ambiental?

Todas estas preguntas pueden surgir a la hora de estudiar la vida de un recurso mineral, y a todas ellas daremos respuesta en este artículo.

El Plan de Restauración Ambiental

La planificación del recurso, las reservas presentadas, la rentabilidad, además de otros aspectos, son claves a la hora de llevar a cabo un proyecto minero. Y es en esta planificación donde se incluyen las labores de restauración de la mina.

Antes de su puesta en marcha, el promotor de la actividad, responsable de su restauración final, debe depositar un aval cómo garantía de su buen uso y de la aplicación de las medidas adecuadas para restablecer el equilibrio ecosistémico de hábitat donde se encuentre. Para llegar a valorar cuantitativamente el importe de este aval, se tienen que hacer diversos estudios que tienen que ser aprobados por la autoridad minera, es por ello, por lo que se dilatan con frecuencia las tramitaciones de aperturas de las minas.

En la actualidad, tal y como se contempla en la legislación, es imposible dejar fuera los requisitos ambientales exigidos para la correcta puesta en marcha, ejecución y clausura de una explotación, es por ello, por lo que desde el principio se elabora un Plan de Restauración Ambiental en el que se prevén los cambios que van a surgir y las medidas preventivas, correctoras y compensatorias a tener en cuenta para influir lo menos posible en la dinámica de los ecosistemas.

El Plan de Labores, que se redacta anualmente, contempla un apartado específico donde se debe dar constancia de las medidas de restauración adoptadas durante el año anterior y las previstas para el año siguiente. Es evidente que, aunque este trabajo se realiza de forma pormenorizada durante la explotación, es en la fase final cuando se realizan las principales medidas de restauración definitivas.

Este sistema permite ir adaptando las medidas ambientales a los cambios que van surgiendo en el proyecto, aun así, una vez que se decide clausurar la actividad, se debe hacer una revisión del plan de restauración inicial y modificar aquello que sea necesario para llegar a los objetivos marcados que deben ir encaminados a la consecución de la integración del espacio degradado en el ecosistema circundante.

Existen casos verdaderamente curiosos de restauraciones mineras dignos de mención.

Ejemplos relevantes

  • Transformación de canteras en centros de educación ambiental, donde se enseña a los escolares el valor del equilibrio entre el consumo imperante y el respeto a la naturaleza.
  • Creación de museos ligados al patrimonio histórico de las comarcas mineras, basados en la exposición de la historia del lugar vista a través de los ojos de la explotación de las minas.
  • Creación de humedales en huecos dejados por las cortas a cielo abierto, dando lugar con el paso de los años, a ecosistemas maduros de gran productividad que implica la formación de puntos calientes de biodiversidad.
  • Transformación en zonas de ocio, terrenos baldíos y sin uso, antiguamente ocupados por canteras situadas en zonas colindantes a municipios, como circuitos de motocross, áreas recreativas para disfrutar de la naturaleza.

Legislación

La legislación actual por la que se rigen las restauraciones ambientales de minas es el Real Decreto 975/2009, de 12 de junio, sobre gestión de los residuos de las industrias extractivas y de protección y rehabilitación del espacio afectado por actividades mineras.

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