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DEPURACIÓN DE AGUAS RESIDUALES EN PEQUEÑAS POBLACIONES

Directiva 91/271/CE de 21 de mayo

Desde que se publicara en 2005 la Directiva 91/271/CE de 21 de mayo, cuyo objetivo era y sigue siendo el de proteger el medio ambiente de las repercusiones negativas que producen las aguas residuales urbanas, todas las poblaciones europeas con más de 2.000 habitantes deberían disponer de un sistema de depuración acorde con los límites de vertido que en la misma norma se fijan. Además, determina si una determinada población debe disponer de un nivel de tratamiento primario, secundario o terciario.

Esta normativa ha motivado que muchas poblaciones de mediano y gran tamaño hayan construido y puesto en marcha estaciones depuradoras. Pero la asignatura pendiente es la referida a las pequeñas poblaciones, aquellas con menos de 2.000 habitantes. Estas representan más del 75% de los municipios españoles y, según la norma citada, no están obligadas a disponer de una estación depuradora con un sistema determinado. Aun así, deben cumplir con la Ley de Aguas de 2001 donde, entre otros preceptos, se indica la prohibición de realizar cualquier tipo de vertido de aguas residuales sin tratar al medio natural.

Para poner solución a este conflicto, el Real Decreto-ley 11/1995, de 28 de diciembre, por el que se establecen las normas aplicables al tratamiento de las aguas residuales urbanas, en su artículo 6, determina que las aglomeraciones urbanas de menos de 2.000 habitantes deben contar con un tratamiento adecuado para sus aguas residuales.

Se entiende por tratamiento adecuado, el tratamiento de las aguas residuales urbanas mediante cualquier proceso y/o sistema de eliminación en virtud del cual, después del vertido de dichas aguas, las aguas receptoras cumplan los objetivos de calidad y las disposiciones pertinentes de las diferentes Directivas comunitarias.

Tecnologías convencionales y no convencionales

Hasta el momento, se ha estandarizado bastante la tecnología aplicada en las estaciones depuradoras de poblaciones de medio o gran tamaño, son las conocidas como tecnologías convencionales.

Pero existe una alternativa que se ajusta mejor a las pequeñas poblaciones, las tecnologías no convencionales de tratamientos de aguas residuales. Algunas son complejas y muy innovadoras y otras son tan básicas y de tan bajo coste, que sorprende el alto rendimiento con el que consiguen depurar las aguas.

Los procesos que intervienen en las tecnologías no convencionales son los mismos que se aplican en los tratamientos convencionales (sedimentación, filtración, adsorción, etc.). Pero añadiendo algunos procesos naturales (fotosíntesis, fotooxidación, asimilación por parte de las plantas, etc.). Mientras que en las convencionales los procesos transcurren de forma acelerada y bajo un importante gasto energético, en las tecnologías no convencionales se opera a un ritmo natural, sin apenas gasto energético.

Las tecnologías no convencionales más conocidas son:

  • Tratamientos de aplicación al suelo: Se basa en el empleo del propio suelo como elemento depurador por lo que también se conoce como filtros verdes. El agua residual percola a través de una porción controlada e impermeabilizada de terreno donde las acción física, química y biológica (plantas y microorganismos) harán el trabajo de descontaminación.
  • Filtros de turba: se basa en filtrar el agua residual haciéndola pasar por un lecho filtrante compuesto por turba. Las propiedades absorbentes de esta y los procesos físicos, químicos y biológicos que se generan dan como resultado un efluente depurado. Los filtros deben ir sustituyéndose conforme se van colmatando y se podrían volver a utilizar tras un proceso de secado y rastrillado.
  • Lagunaje: se trata de la creación de una balsa artificial diseñada para que al acumular el agua residual se den en ella los mismos procesos autodepuradores que tienen lugar de forma natural en ríos y lagos. Estos son sedimentación, oxidación, degradación biológica… Normalmente se diseñan diferentes lagunas, con diferentes tamaños, formas y profundidades, que se conectan en serie para que en cada una tenga lugar un proceso distinto.
  • Humedales artificiales: son sistemas que tratan de imitar el ecosistema de un humedal natural y los procesos de eliminación de contaminantes que se dan en él. Para ello se construyen unos vasos que serán rellenados de un sustrato, tipo gravilla, donde se implanta una especie vegetal acuática emergente (carrizos, juncos, aneas…). La combinación de la actividad filtrante del sustrato y la actividad biológica que tiene lugar en las raíces, elimina gran parte de la contaminación presente en el agua residual.

El uso de cualquiera de estas tecnologías de forma individual o en combinación de otros sistemas de pretratamiento, tratamiento primario, secundario o terciario puede lograr rendimientos de hasta el 95%. Esto sumado a su fácil puesta en marcha y bajo coste, lo hacen la herramienta ideal para que los pequeños pueblos pongan solución al vertido de sus aguas no depuradas.

Aunque se trate de sistemas caracterizados por la simplicidad de su mantenimiento y explotación, no hemos de olvidar que es muy importante poner atención a la fase de diseño y construcción. Al igual que los sistemas de depuración convencionales, estos deben ser diseñados, construidos y puestos en marcha por un equipo profesional de perfil multidisciplinar, que abarque disciplinas como arquitectura, ingeniería, química y biología.

De la misma forma, es muy importante que el personal encargado de la explotación y mantenimiento de la instalación tenga una formación adecuada y, sobre todo, actualizada.

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