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LOS CONTAMINANTES EMERGENTES EN EL AGUA

Al finalizar el 2020 fue publicada la Directiva 2020/2184 relativa a la calidad de las aguas destinadas al consumo humano. Esta Directiva supone un gran desafío a los países miembros de la Unión Europea en los próximos dos años en su transposición a cada integrante. Se nos abren nuevo horizonte al plantear cuestiones novedosas al colocar en el centro del ciclo integral del agua a las personas.

Esta nueva normativa no sólo hace referencia a la calidad del agua destinada al consumo humano, sino que va mucho más allá tal y como lo define en su artículo 1:

“La presente Directiva tiene por objeto proteger la salud de las personas de los efectos adversos derivados de cualquier tipo de contaminación de las aguas destinadas al consumo humano garantizando su salubridad y limpieza, y mejorar el acceso a las aguas destinadas al consumo humano.”

El movimiento ciudadano Right2Water ha sido el precursor de esta Directiva, que sumada al avance científico y técnico, hace que esta nueva Directiva se centre en los siguientes pilares que son desarrollados ampliamente en la norma:

  • El Control de la calidad del agua de la captación al grifo del consumidor.
  • El análisis del riesgo y los planes sanitarios del agua.
  • El acceso y la información del ciudadano al agua.
  • Los Requisitos de los materiales en contacto con el agua de consumo.

En la primera parte de este análisis es donde cobra especial importancia el nuevo concepto de contaminantes emergentes.

Los contaminantes emergentes

La inmensa mayoría de europeos reciben un suministro de agua potable de alta calidad todos los días. Sin embargo, el suministro de agua potable para beber se ve amenazado, entre otros factores, por desechos animales y humanos, plaguicidas, contaminantes emergentes y riesgos emergentes de contaminantes «establecidos», infraestructuras de suministro de agua envejecidas, gestión del agua subóptima y efectos continuos del cambio climático que pueden exacerbar aún más todos estos factores. Los contaminantes emergentes (CEC en inglés), son sustancias/compuestos que en la actualidad no se monitorean comúnmente, pero cuando están presentes se sospecha que tienen efectos adversos para la salud humana y ecológica.

Como contaminante emergente se entiende todo contaminante previamente desconocido o no reconocido como tal, cuya presencia en el medio ambiente no es necesariamente nueva, pero sí la preocupación por las posibles consecuencias de la misma. La detección de estos contaminantes en el medio ha sido posible sólo recientemente gracias al desarrollo de nuevas y más sensibles tecnologías analíticas.

Entre los contaminantes emergentes presentes en el agua cabe destacar fármacos, compuestos perfluorados, hormonas, drogas de abuso, y productos de cuidado y de higiene personal. En los últimos 5-7 años se ha tomado también conciencia de una nueva clase de contaminantes emergentes: los nanomateriales. Las sustancias per- y poli-fluoroalquilo (PFAS) constituyen uno de los nuevos parámetros químicos para la calidad del agua potable que han quedado incluidos en la propuesta de revisión de la Directiva Europea del Agua.

Las sustancias PFAS son contaminantes antropogénicos tóxicos y muy persistentes, que en la UE afectan especialmente al medio acuático. Aunque, hasta el momento, no existe una legislación armonizada en la UE sobre las PFAs en el agua, se han incluido como nuevos parámetros químicos de calidad del agua en la propuesta de actualización de la Directiva Europea del Agua, y en el futuro si quedarán reguladas a nivel individual y total.

Muchas de las PFAS se consideran muy tóxicas, especialmente para el desarrollo de los niños pero también en adultos pueden producir, entre otros, daños en el hígado, cáncer de riñón y testículos o disfunciones de la glándula tiroides. Son sustancias químicas sintéticas ampliamente utilizadas en productos industriales y de consumo, que están muy extendidas en el medio ambiente y son muy persistentes, ya que no se descomponen cuando se exponen al aire, al agua o a la luz solar. Las PFAS se acumulan en el tiempo tanto en los seres humanos como en animales y el medio ambiente, y afectan especialmente al medio acuático.

Por otra parte, los ácidos haloacéticos (HAAs), que actualmente ya están regulados en la legislación europea, son subproductos de la desinfección del agua (DBPs), cuya principal vía de exposición es la ingestión. Los HAAs son una familia de DBPs que incluyen 9 sustancias químicas: los ácidos dicloro, tricloro, monobromo, dibromo, tribromo, bromocloro, bromodicloro y dibromocloroacético. El ácido dicloroacético es un HAA con una amplia evidencia de neurotoxicidad en humanos a altas dosis, mientras que otros de los HAA han mostrado capacidad de producir neurotoxicidad en estudios experimentales.

Nuevos métodos de análisis y control de los contaminantes emergentes

Recordamos que la nueva directiva de aguas basa su enfoque en el análisis del riesgo, pero debido a la enorme cantidad de PFAS conocidas, llevar a cabo evaluaciones de riesgo sustancia por sustancia y un monitoreo ambiental integral para comprender la exposición, sería un proceso extremadamente largo que necesitaría muchos recursos. Por este motivo, se están explorando enfoques complementarios y de precaución para gestionar el tema, que incluyen la regulación de las PFAS como clase o subgrupos, en función de su toxicidad o similitudes químicas.

A finales del año pasado, en el marco de la revisión de la Directiva Europea del Agua, la Unión Europea llegó a un acuerdo provisional sobre la actualización de los parámetros del agua para consumo humano, que incluía límites en el agua del grifo para las 20 sustancias PFAS más importantes, de las más 4.700 conocidas.

La propuesta de la CE es ir más allá y desarrollar un nuevo método para medir las PFAS en los próximos años, con el objetivo de establecer nuevos valores límite para todas ellas. Actualmente no existe un enfoque legislativo que regule todo el grupo de estas sustancias, y no hay una lista concluyente de todas ellas. La propuesta que se está considerando actualmente en la UE es establecer un valor límite el grupo PFAS de 0.5 µg/l  en el agua potable, y además establecer límites individuales para 16 PFAS de 0.1 µg/l en el agua potable, de forma similar a como se gestionan los pesticidas.

Es por ello que es imprescindible un profundo conocimiento de los sistemas de tratamiento de aguas y de sus procesos. Siendo muy importante el manejo de los procesos de desinfección en la producción de agua potable, ya que son claves en la generación de subproductos, además de influir directamente en la eficacia de la eliminación de estos contaminantes emergentes.

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