22 Dic DEGRADACIÓN DE LA MADERA POR AGENTES BIÓTICOS
De siempre, la madera ha sido un material utilizado en la construcción. El motivo es su abundancia, la baja energía necesaria para su transformación y, sobre todo, por ser un buen aislante eléctrico, térmico y acústico.
Como todos los materiales empleados en construcción la madera puede degradarse con el tiempo. Además, la madera tiene la peculiaridad de que al ser un ser vivo puede sufrir ataques de tipo biológico. Con frecuencia, solemos estar atentos ante el ataque que pueden sufrir nuestras maderas por agentes bióticos, fundamentalmente insectos y hongos. Pero, a veces nos olvidamos de los daños que la madera puede sufrir debido a los agentes no biológicos como son los factores climatológicos, la intemperie, el fuego y algunos agentes químicos.
Con frecuencia, nos encontramos maderas de expuestas al sol que se han oscurecido artificialmente, nos olvidamos que, con nuestro clima, esa madera oscurecida cuando reciba la radiación del sol puede alcanzar perfectamente los 60-65ºC. El daño que sufrirá es evidente.
Tan importante resulta proteger la madera contra los agentes bióticos como los abióticos, por ello no está de más recordar cuales son estos agentes no biológicos para poder tenerlos en cuenta a la hora de tratar y proteger la madera.
- Degradación por la luz. Por una parte, la luz ultravioleta recibida del sol va descomponiendo la madera, especialmente las capas superficiales. Lo detectaremos por que la madera irá cambiando de coloración tanto oscureciéndose como aclarándose, este daño suele ser más estético que estructural pues no afecta de forma importante a la resistencia de la madera. También debemos considerar la radiación infrarroja que es la causante del calentamiento de la madera. Este calor puede provocar que la madera se seque y se agriete, facilitando el aumento de humedad y, en consecuencia, facilitando el ataque por insectos xilófagos y hongos.
- Agua. Suele actuar de forma combinada con el sol multiplicando los efectos. Cuando la madera está en contacto directo o sumergida en agua dulce, suelen conservarse bien siempre que se encuentren protegidas. Sin embargo, cuando están sumergidas en agua salada, los ataques por agentes biológicos son muy frecuentes e importantes. Especial cuidado hemos de prestar a aquellas estructuras que puedan estar alternativamente dentro y fuera del agua, como el caso de muelles, embarcaderos o pilotes, sufriendo condiciones climáticas ambientales bastante extremas. En estos casos el mantenimiento sobre estas estructuras es vital.
- Efecto hielo-deshielo. Pueden provocarse grietas radiales sobre la madera afectando seriamente la resistencia mecánica de la madera. Además, son la vía de entrada ideal para el ataque de hongos e insectos.
- Frente a lo que muchos piensan, la madera tiene un buen comportamiento frente al fuego, resistiendo bastante bien su efecto. Sin embargo, tras un incendio es importante revisar las pérdidas provocadas por el mismo y su posible influencia sobre la resistencia estructural de la pieza de madera.
Finalmente, un agente abiótico que debemos tener en cuenta son los productos químicos como ácidos y bases que pueden atacar las maderas hidrolizando la celulosa o incluso disolviendo la lignina. Productos tan comunes como la cal o el hormigón fresco pueden degradar la madera, aunque los efectos no suelan ser muy importantes.
Observamos que la madera puede sufrir ataques de múltiples agentes no biológicos. Por ello, es necesario tomar las precauciones necesarias tanto en lo que se refiere a los tratamientos que realicemos sobre las piezas de madera como en las consideradas en las distintas fases por las que pasa la madera desde que se encuentra en su hábitat natural, el bosque, hasta el momento en que se encuentra como un elemento ornamental o constructivo.
Deben considerarse estas medidas preventivas durante el apeo, desviado, secado, el envejecimiento y los tratamientos ya superficiales o en profundidad.